Autodidáctica



Cuatro años no son suficientes para cambiar (o, al menos, para no cambiar demasiado) pero sí para aprender.

Es el tiempo justo para saber que los sueños sí pueden cumplirse,
que algún día sabrás que estás dando los pasos correctos para ser
quien un día te imaginaste.

Que todo el esfuerzo y sacrificio habrá merecido la pena.

Que el primer amor es el único que no tiene pasado pero que,
sin embargo,
siempre formará parte de él.

Que de los errores también se aprende y que llevaba razón aquel que dijo que las segundas partes nunca
fueron
buenas.

Que los amores sanos, puros, verdaderos también existen y que, al fin y al cabo,
todos lo sabemos...
Son los que nos hacen ser mejores personas.

Y que hay muchos otros tipos de amor
que jamás deberíamos olvidar porque ellos son los que
jamás,
jamás,
jamás,
te fallarán.

Que la amistad verdadera no se marcha
que se hace más fuerte que nunca
pese a la distancia,
pese a las dificultades,
pese a todo.


Que hay personas que, injustamente, se tienen que marchar y no volveremos a ver pero siempre, siempre,
siempre,
siempre,
seguirán brillando.

Que hay cosas que te han hecho más fuerte y,
sin embargo,
otras que nunca aprenderás a dominar
pero sí a convivir con ellas.

Que la vida es más maravillosa de lo que nos pensamos.
Que estamos rodeados de gente bonita.
Y, lo más importante, que para los que te rodean (y para los que desgraciadamente ya no están),
tú eres y seguirás siendo la más bonita.

Sonríe por lo aprendido y por lo que te queda por aprender.
Lo estás haciendo muy bien.

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